viernes, 24 de octubre de 2008

DE SUR A NORTE PASANDO POR MATERA (4)

Debíamos terminar nuestro recorrido por el sur de la región y dirigirnos al norte de Bari, concretamente a Trani, que sería nuestro destino aquel día. Pero antes debíamos pasar por Taranto, donde queríamos hacer una breve parada, y en Matera, donde sí queríamos ver con calma la ciudad.
Taranto se convirtió en el capítulo más desagradable del viaje. A pesar de que la ciudad teóricamente no tiene nada para ser fea, comenzando por su ubicación geográfica, en una isla casi unida a tierra por sus dos extremos, dejando a un lado una especie de mar interior y el propio golfo de Taranto al exterior, el paisaje está muy degradado por la construcción masiva de fabricas y polos industriales. El ensanche es como el de otras ciudades italianas, pero estaba bastante vacío porque era domingo. Pero en cuanto entramos en la isla se nos vino el alma a los pies. La degradación del paisaje urbano es espectacular (y eso que las guías dicen que ya se ha recuperado bastante). Hay mucha suciedad, edificios abandonados, semidestruídos, y gente muy poco amigable por las calles. Así que nos internamos sólo un poco a pie, lo justo para llegar a la catedral, que es una hermosísima catedral románica con unos capiteles impresionantes y una cripta muy muy interesante. Pero salimos de allí corriendo. Qué pena, pensé. Porque los lugares en sí no eran feos, más bien todo lo contrario. Pero la sensación de la ciudad no es cálida. En fin, espero que algún día pueda volver para cambiar de opinión.

El camino a Matera va abandonando los paisajes propios de la costa y se va internando en un paisaje seco y desolado. Cuando llegamos a Basilicata (pues Matera está en la región de Basilicata) la imagen era un poco como la de una Castilla de llanuras infinitas y coloreadas de ese amarillo que dejan los campos de cereal cuando están secos. La ciudad es Patrimonio de la Humanidad, y tras un par de decenios de duro trabajo se ha acondicionado para acoger un turismo de interior y piedras que gusta de alojarse en casas con encanto y disfrutar del aislamiento y el silencio. Pero cuento un poco el interés de esta ciudad.

Matera está construida sobre un cañón de un río, y desde la edad media, mucha población había ido construyendo casas en forma de cueva en las paredes del cañón. La ciudad ocupa digamos dos (especie de) colinas, y en las hondonadas es donde tenemos estas construcciones. Las más humildes, prácticamente casas-cueva. Las que son más casa que cueva se amontonan unas encima de otras en las paredes de la roca de las colinas que tiene la orografía del terreno. Es complejo de describir, pero ninguna fotografía puede explicar la impresión de la llegada y de las vistas a esta ciudad y sus diferentes colinas (o "sassi", literalmente piedras, que es así como llaman a las dos colinas o "barrios" donde se disponen las viviendas).



Las condiciones de vida de la población en este lugar causaron un gran impacto al escritor Carlo Levi durante su "confinamiento" en el sur del país en la época de Mussolini. Aquello le inspiró para escribir la novela, publicada más tarde con grandísima repercusión, en 1945, Cristo si è fermato a Eboli (Cristo se paró en Éboli), donde denuncia la situación de pobreza e insalubridad de gran parte de la población del Mezzogiorno italiano, en comparación con la situación del próspero norte. La situación puso el foco de atención en las desigualdades económicas de Italia y ayudó mucho a crear una conciencia al respecto. En Matera la gente vivía sin electricidad ni agua, y contaban con un sistema prácticamente prehistórico (a la vez que audaz) par la canalización del agua. Afortunadamente a partir de los años 50, comenzó a trasladarse a la población a la parte alta de la ciudad (a la llanura) donde se construyó la nueva Matera (terriblemente fea, por cierto). Algunos, de todas formas, no quisieron abandonar sus casas. Pero la cuidad ha seguido siendo fuente de inspiración, y Pier Paolo Passolini rodaba allí su sobrecogedora Pasión según San Mateo, asombrando al mundo con las localizaciones de Matera. Muchas otras películas se han rodado allí, entre ellas y por seguir en la misma línea, la violenta y polémica Pasión de Cristo de Mel Gibson.




Con la declaración del conjunto como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO comenzó un importante trabajo de restauración y de creación de empleo turístico sostenible en la cuidad de los sassi, que ha permitido traer todas las comodidades de la vida moderna a este lugar. La importantísima inversión económica se ha hecho con mucho acierto y no ha destruido demasiado la esencia de la ciudad, donde uno puede perderse por horas entre sus callejuelas, sus escaleras, arcos, plazuelas, todas de un color parduzco inimitable. O visitar las impresionantes iglesias y monasterios rupestres con abundantes frescos de diversas épocas. Uno de ellos, situado en el último sasso, es en realidad un conjunto de 5 iglesias excavadas en la roca que resultan muy impresionantes para el viajero que llega a ellas como final de paseo de la ciudad porque además desde las mismas se observa una panorámica estupenda de Matera.





Fueron varias horas de perdernos por las callejuelas de Matera bajo el imponente sol y el calor asfixiante, pero no nos pesaba nada. Era como estar en otro mundo, en otra vida, en otra historia. Además, la escasa afluencia de turistas ese día contribuyó mucho a sentirnos casi en una ciudad abandonada y a poderlo vivir, por lo tanto, de una manera bastante especial.





De camino a nuestro destino final de la jornada, paramos en la ciudad de Gravina in Puglia, que como su nombre indica esta situada al igual que Matera en un cañón de un río. En ella hay una iglesia excavada en la roca (casi una catedral, como rezaba la guía al hablar de sus frescos y sus cinco naves). Pero como tantas otras veces en el viaje, incluso cuando conseguimos llegar donde estaba, a pesar de la nula señalización, descubrimos con pena que estaba cerrada con una verja y que era imposible ver nada. Es un poco desconcertante la desidia con la que te encuentras gran cantidad de monumentos inaccesibles y (lo que es más grave) sin ningún tipo de vigilancia, señalización de horario de apertura ni nada que se le parezca. En fin, imaginamos cómo sería por lo que veíamos desde la cancela, pero nos quedamos con las ganas. Afortunadamente Gravina es una ciudad agradable y el paseo no fue del todo en vano. Cuenta con un par de iglesias interesantes y una gran catedral barroca con algún vestigio románico en una plaza muy agradable.





La llegada a Trani ya anocheciendo fue un poco tumultuosa. La sensación de sofoco era tremenda debida al intenso calor y al alto grado de humedad en el ambiente. Nos costó encontrar el Bed & Breakfast, pues finalmente se trataba de un apartamento en un bloque de pisos de playa normales. El dueño, un chico de nuestra edad bastante agradable pero algo chulillo, como tantos italianos que están aparentemente como de vuelta de todo. El sitio no me gustó mucho, pero era sólo una noche, y lo bonito que es Trani lo compensó con creces.
Por la noche seguía el calor y la humedad. La sensación era sumamente desagradable, casi como en un país tropical. Así que a pesar de que el paseo hasta el centro de la ciudad era muy bonito, con casas y calles de piedra y mucha gente celebrando las fiestas de la ciudad (hasta fuegos artificiales tuvimos) en seguida estábamos cansadísimos de agotamiento.
El puerto de Trani es muy especial, muy acogedor, y en uno de sus extremos está, aislada y junto al borde del mar, la catedral románica. Una catedral esbeltísima desde fuera, por ser de una piedra blanquecina preciosa y por destacar su elevación mucho más al estar aislada de los demás edificios y contar con un tejado a dos aguas con un ángulo muy agudo. La alta torre del campanile se recorta casi como un faro. En fin, realmente muy especial. Una pena el calor que hacía. Terminamos cenando en un lugar de comida típica pero con productos biológicos. Pero tampoco pudimos disfrutar mucho de la terraza ni de la comida. Ya me imaginaba un resto del viaje en esas condiciones y me entraba de todo, pero afortunadamente los vientos rolaron y al día siguiente, poco a poco la temperatura fue bajando hasta unos niveles no sólo tolerables, sino más que agradables.

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